El doctor alemán Alfred Döblin, el joven resistante comunista Jorge Semprún y el dibujante Jean Bruller (después Vercors) no se conocen, y a priori, no tienen nada que ver. Sin embargo, los tres han vivido la Segunda Guerra Mundial, a través del exilio, la clandestinidad o la experiencia de los campos. De esos hombres, nada mas Döblin era ya un escritor confirmado ; pero todos produjeron a partir de 1945 obras marcadas, si no profundamente afectadas por esos eventos. Frente a esos recorridos multiples, un mismo constato se impone después de la guerra : existe un traumatismo cual se expresa a través producciones literarias renovadas. Así, los eventos históricos nos dan a leer un exililiado, un deportado, y un porte-voz de los sobrevivientes. Como consecuencias de esas experiencias, los relatos estudiados aquí están marcados par el traumatismo del desplazamiento. Tres aspectos decisivos caracterizan : una escritura explotada, es decir fragmentada, jugando sobre diferentes niveles de narración y de temporalidad ; personajes desarraigados, con referencias vacilantes o desaparecidas ; en último lugar, un colapso de las valores tradicionales y las figuras míticas.